Bajo el pseudónimo de
Hilarión de Monte Nebo, Josefa Rosalía Luque Alvarez escribió dos de sus obras
fundamentales que giran en torno a la vida de Jesús de Nazaret y a sus
discípulos. La primera corresponde a la trilogía conocida como Arpas Eternas mientras que la segunda
–que es la que nos ocupa- se centra en la vida de sus discípulos y ha sido
publicada con el título de Cumbres y Llanuras.
No se trata de una
novela; tampoco de una descripción histórica. El texto excede ambos géneros. Para
comprender la obra de Josefa Rosalía Luque Alvarez es necesario ubicarnos
frente a la vida de una mujer de carácter singular, considerada una de las
espiritualistas más destacadas de nuestro país en el siglo XX, que durante más
de treinta años canalizó las enseñanzas transmitidas por seres cuya existencia se
sitúa más allá de nuestro plano físico. Su obra tuvo tal dimensión que pronto
concitó el interés de numerosas personas, dedicadas con afán a la búsqueda de
una espiritualidad renovada y que encontraron en sus libros un sentido profundo
de la misión de Cristo en la Tierra, a punto tal que sus textos han sido la
base de una Escuela Espiritual que se conoce con el nombre de Fraternidad Cristiana Universal, fundada
por ella misma en 1938.
Los testimonios de
quienes trabajaron a su lado, en especial los de su esposo, resultan valiosos
para comprender el contexto en el que estos libros fueron escritos. Miles de
páginas inspiradas eran escritas por la autora durante sus períodos de
iluminación. Su contacto con ese mundo sutil hacía surgir en su corazón una
necesidad constante de dar a conocer al mundo aquello que le era señalado. En
un ambiente austero, en la soledad de su estudio, fue trazando a lo largo de
décadas las enseñanzas recibidas por parte de sus maestros.
Hemos visto estos
mismos procesos en muchos grandes espiritualistas contemporáneos a ella;
procesos que resultan incomprensibles a la razón pero que sorprenden cuando se convierten en obras que resultan verdaderos
tesoros de sabiduría. Cumbres y Llanuras –como lo había sido antes Arpas
Eternas- fue producto de la inspiración de uno de estos seres luminosos, que se
reveló ante ella con el nombre de Hilarión de Monte Nebo. De allí que estas
obras fueran escritas bajo ese pseudónimo, porque en definitiva era esa entidad
de Luz la que dictaba lo que ella convertía en una narración extraordinaria.
El contexto que
describe la obra es el del mundo esenio; una comunidad judía establecida en las
orillas del Mar Muerto y en Galilea; comunidad a la que perteneció
probablemente Juan el Bautista y el propio Cristo. Esta comunidad, cuyas
doctrinas fueron descubiertas en el siglo pasado en las cuevas de Qumram,
parece haber tenido una actividad gravitante a lo largo de la vida de Jesús,
época en la que se encontraba fuertemente establecida en algunas ciudades
palestinas. Cumbres y Llanuras nos ubica en la época inmediata posterior a la
crucifixión. Muerto Jesús, se inicia un ciclo que la autora describe
como doloroso y profundamente ignorado por los amantes del Maestro Nazareno.
Ese ciclo está signado por los continuadores de su obra de redención y de amor
a la humanidad.
Uno de los aspectos que
llama profundamente la atención en la obra de Hilarión de Monte Nebo es la
precisión con la que aborda cada uno de los personajes cercanos al entorno de
Jesús. Este conocimiento detallado, la descripción de las escenas y el mensaje
coincidente con el de los Evangelios, provoca la sensación de estar presente en
cada una de las historias descriptas, a tal punto que se convierte en una
verdadera experiencia espiritual.
Es precisamente la
etapa posterior a la muerte de Jesús la que más ha desvelado a los
especialistas y resulta sorprendente que la autora haya escrito esta obra
muchos años antes de que fuesen descubiertos los manuscritos esenios de Qumram,
hecho que ocurrió de manera fortuita cuando un pastor buscada sus cabras
perdidas en el desierto que rodea el Mar Muerto. Si bien se conocía la
existencia de la comunidad esenia, de ningún modo se sabía con precisión cual
era su doctrina. Por esa sola razón la obra de Hilarión de Monte Nebo merece un
lugar especial en la narrativa espiritual de nuestro país.
Otro aspecto destacable
de Cumbres y Llanuras es la capacidad descriptiva que, en todo caso, podría
atribuirse a un erudito en historia, cosa que no era Josefa Rosalía Luque
Alvarez. Sin embargo, a lo largo de todo el relato, ella parece estar allí, presenciando
uno de los momentos más dramáticos de la historia del cristianismo, cuando el
Divino Maestro ya había partido y sus discípulos y amigos habían quedado a
merced de sus perseguidores, en un ámbito hostil con un mensaje de amor inédito
para la humanidad.
¿Cómo pudo la autora
penetrar tan profundamente en la atmósfera del cristianismo primitivo sino a
través de un mensajero que susurrara a sus oídos la historia de aquellos días?
Es una pregunta sin respuesta. Tal vez la clave está en las palabras de la
propia autora cuando nos dice que la rosa bermeja del amor de Cristo vive sin
marchitarse en nuestro corazón. Por esa razón –y por muchas otras que
encontraremos a lo largo de la obra- nos es necesario escuchar a Hilarión de
Monte Nebo, describiéndonos aquello que hicieron los discípulos y amigos de Jesús
después de su partida a los Reinos de la Eterna Luz y del Amor Eterno.
Una obra imprescindible
para la comprensión de la espiritualidad cristiana. Editada por Kier.
Luego de tantos años (60) aflora en mi mente el RECUERDO DE DON ADOLFO EVE...un vecino de mi pueblo, a quién tuve el HONOR de algunas veces acompañar como lazarillo dado su falta de vista (Física)...ESE vecino nos dió a conocer la existencia de HILARIÓN DE MONTE NEBO y algunas de sus enseñanzas por medio de ARPAS ETERNAS ...
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