Papus
El último Mago de Occidente
De todos
los grandes magos que surcaron el firmamento francés en el siglo XIX hay dos
nombres que sobresalen del resto, como astros que eclipsan millones de pequeñas
estrellas. Esos dos hombres fueron Eliphas Levi (Alphonse Luois Constant) y Papus
(Gérard Anaclet Vincent Encausse, 13 de julio de 1865, La Coruña- 25 de
octubre de 1916, París). Pero mientras que al primero podemos atribuirle
las bases de la doctrina de aquello que conocemos como “ocultismo”, a Papus le
debemos, sin duda, la construcción del andamiaje que puso en marcha a varios de
los grandes movimientos esotéricos del último siglo.
El autor
de “Tratado Elemental de Ciencia Oculta” se formó en París donde, a la par de sus
estudios de medicina, se sumergía en los estantes de la Bibliotheque Nationale,
para estudiar cuanto manuscrito de magia, de cábala, de hermetismo y alquimia
pudiera estar a su alcance. Como muchos de sus contemporáneos, se vio seducido en un principio por la Sociedad Teosófica fundada por Madame Blavatsky en 1884.
Pero Gerard Encausse comprendió tempranamente que existía un esoterismo
occidental más apto para sus contemporáneos que las ideas de Blavatsky,
ancladas en el hinduismo, por ende, difíciles de poner en práctica para los
occidentales.
Decidido
a revitalizar las Escuelas de Misterios de Occidente impulsó en 1888 la
fundación de la mítica Orden cabalística de la Rosacruz. Hombre de acción, simultáneamente dotó al incipiente movimiento con una revista que difundiera sus ideas. Para ello, junto a su amigo
Lucien Chamuel, fundaron la revista L'Initiation, que se publicaría mensualmente
y sin interrupción hasta 1914.
Pero no
se detendría allí. En 1891, Papus reunió a sus discípulos y les comunicó estar
en posesión de los manuscritos
originales de Martinez de Paqually, el fundador de la legendaria Orden de
los Masones Elu Coen del Universo. Decidió que crearía una nueva Orden
Masónica de Martinistas denominada la Orden de los Superiores Desconocidos.
A partir
de entonces, su principal esfuerzo se centró en asegurar la continuidad de la
Orden Martinista y volverla Universal. En el libro que nos ocupa, su “Tratado
elemental de Ciencia Oculta” afirma que la Orden Martinista es un centro activo
de difusión iniciática. Dice que sus logias están en contacto con centros de
irradiación esotérica de Persia, China, India y el Islam. Y afirma que sus 104
ramas esparcidas por el mundo aseguran su presencia en las más importantes
ciudades incluyendo Buenos Aires, lo cual da muestras claras de que ya a fines
del siglo XIX, Argentina era un centro importante de actividad rosacruz y
martinista, en especial en los medios masónicos locales.
Dividido
en tres partes, al igual que su genial “Tratado Elemental de Magia Práctica”,
este manual de Ciencia Oculta propone al estudiante avanzar a través de tres
pasos –comunes a todas las Sociedades Secretas de Occidente- dividiendo el trabajo
en Teoría, Realización y Adaptación. Cada una de estas etapas marca un hito en
la vida del que estudia las ciencias ocultas, viendo ante sus ojos espirituales
cómo se desgarra el velo que cubre los misterios más profundos de la
naturaleza, descifrando mediante las ciencias herméticas, los números y las ideas
arquetípicas del Plan que Dios reserva a sus criaturas.
Ni las Ciencias Ocultas, ni el Martinismo, tal como ha llegado hasta nosotros, contaron nunca con un genio de estas características, capaz de escribir con habilidad y espíritu pedagogo las herramientas imprescindibles para sus discípulos. Esta
obra capital, considerada entre las más destacadas para todo estudiante de
esoterismo, constituye un viaje a los inicios de una etapa clave de la
espiritualidad de Occidente que aún no ha terminado. Se trata, probablemente,
de uno de esos “diarios de viaje” en los que podemos confiar, porque han sido
escritos por alguien que ya atravesó el desierto y ha visto el oasis luego de
padecer la soledad infinita.
Papus (Gérard Anaclet Vincent Encausse)
NOTA:
Papus supo establecer una suerte de “Círculo externo”
en el cual daban clases y cursos personajes tales como Stanislas de Guaita, Sedir, Barlet,
Peladan, Chamuel, Marc Haven y Maurice Barrès entre otros. En estos cursos se reclutaban a
aquellos que luego formarían parte de la Órdenes creadas por él. Entre las
materias que se enseñaban destaca la enseñanza del hebreo, la cábala, la magia
y la medicina oculta, el tarot y la astrología. No sólo podemos considerarlo el
heredero natural de Eliphas Levi sino también del marqués Joseph Alexandre
Saint-Yves d'Alveydre, Fabre d'Olivet, Saint-Martin y Jakob Böhme.
Un dato poco
conocido es que en 1914 marchó a la guerra como capitán médico, en el
transcurso de la cual se contagió de tuberculosis en el campo de batalla. Falleció dos años después, mientras Francia se desangraba en la Primera Guerra Mundial. Sus
restos descansan en el cementerio de Père Lachaise, en París.
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