De todas las escuelas
metafísicas surgidas en Occidente en el siglo XX, la del denominado Cuarto Camino tiene un lugar
preponderante. Fundada por Piotr Demiánovich
Ouspensky e inspirada por Geoge
Gurdjieff, conforma un método y un cuerpo doctrinario de envergadura
trascendente dentro de los movimientos surgidos con el objetivo de alcanzar el despertar espiritual.
La obra de P. D.
Ouspensky es enorme. Entre sus libros, El Cuarto Camino es en sí mismo una guía completa que introduce al lector en
el estudio de ésta vía, pero que también lo aproxima a la atmósfera, al “espíritu” que imperaba en aquellas
primeras escuelas fundadas por él y que aún persiste en innumerable grupos que
reclaman su herencia.
Traducido por la
incomparable maestría de Héctor V. Morel, El Cuarto Camino recoge las conferencias y reuniones llevadas a cabo por
Ouspensky en Londres y Nueva York entre 1921 y 1946. Nada menos que veinticinco
años de enseñanzas en las que este hombre, discípulo de Gurdjieff y maestro de
miles, sintetiza y despliega la Cuarta
Vía, propuesta como el método más adecuado a la Nueva Era que, en ese
entonces, se avecinaba sobre Occidente.
Ouspensky define al
Cuarto Camino como una doctrina que toma lo mejor y más significativo de los
tres caminos espirituales considerados como tradicionales: el primero o el
camino de faquir, que intenta
alcanzar la iluminación mediante el ascetismo y el dominio de las sensaciones;
el segundo o la denominada vía del monje,
centrada en el control emocional, volcado a la vida religiosa; y el tercero,
conocido como el camino de yogui que
alcanzará la iluminación mediante ejercicios físicos y mentales. Tomando lo
mejor de estos tres caminos y enriqueciéndolo con ciertas enseñanzas
provenientes de misteriosas escuelas asiáticas, Ouspensky logra desarrollar el
método de despertar espiritual que han seguido millones de personas en el
último siglo.
Pese a definirse como
un camino “para unos pocos”, las
enseñanzas contenidas en este libro alcanzan a la problemática del hombre
moderno en su conjunto. Ouspensky, al igual que Gurdjieff, asegura que el
hombre es víctima de una absoluta fragmentación que hace que su vida esté
controlada, alternativamente, por numerosos yoes que entran en permanente
conflicto. De este modo, el yo que se despierta por la mañana dispuesto a
realizar determinadas tareas, pronto es desplazado por otro que pretende
cambiar el curso del día, y así sucesivamente, de modo tal que esta
inestabilidad nos mantiene en un mundo dividido desde nuestro propio centro.
Piotr D. Ouspensky
A lo largo de todas
estas conversaciones transcriptas en el libro, encontramos una descripción aguda de
los diferentes estados del ser. Básicamente el hombre transita en dos estados:
El del sueño y el de la vigilia. Sin embargo –y aquí está una de
las claves del Cuarto Camino- durante la etapa de vigilia el hombre permanece
la mayor parte del tiempo dormido; su conciencia adormecida y fragmentada le
impide alcanzar una unidad de espíritu y una unidad de acción. Ante tal imposibilidad,
Ouspensky se nos presenta como un maestro de la totalidad, una guía que puede
conducirnos al mundo consciente, a la conciencia de nosotros mismos, a través
de etapas que requieren de ciertas disciplinas y ejercicios que son descriptos
con una sencillez absoluta.
Una de las
características descollantes de la obra es la interacción permanente de
Ouspensky con sus discípulos. Esa interacción, en la que intenta responder a
las preguntas y las dudas que los estudiantes van encontrando a lo largo del
camino, vuelve a este libro un espejo en el que el buscador puede encontrar
sus propias dudas y confrontar sus interpretaciones. El Cuarto Camino es
precisamente eso: Una reinterpretación completa de la consciencia, de la
relación del hombre consigo mismo y de una nueva mirada sobre el mundo que nos
rodea. Ouspensky nos sorprende porque nos plantea una visión diferente. Nos
muestra lo que siempre estuvo allí, pero que éramos incapaces de ver porque
nuestro estado de vigilia está atravesado y controlado por una sucesión de
sensaciones, emociones y deseos que nos apartan de la realidad.
El Cuarto Camino publicado por Editorial Kier es, sin dudas, la puerta de acceso a una
completa filosofía que propone un nuevo modelo que supera a los tres conocidos,
restituyendo el sentido del tantas veces proclamado “despertar espiritual” tal como era concebido por las antiguas
Escuelas de Misterios. Pero también es una puerta que nos conecta con la mítica
atmósfera del “Instituto Gurdieff” fundado por él, convertido en centro de
irradiación de la consciencia durante décadas. Aún es posible vivir esta
experiencia con sólo seguir el hilo atrapante, presente en sus páginas.